jueves, 13 de enero de 2011

La ida de su princesa


Querido ángel de alas blancas:
Te escribo para calmar tus sentimientos y decirte que no debes llorar, no lamentes mi partida porque jamás me iré de tu corazón y tu no lo harás del mío, cuando notes que estés a punto de desfallecer y que no puedes aguantar más recuerda los fines de semana que pasamos tomando café en un Sturbuck’s, los largos y satisfactorios paseos por los Jardines del Moro, por las frías y asfixiantes calles de Madrid, recuerda los días que pasamos juntos en tu casa y como nos dormimos mientras nos mirábamos en la noche, recuérdame porque de esta manera nunca te dejaré sólo y siempre podré verte y saber que estas bien. Querido ángel de alas blancas, no te ensimismes en las lagunas negras de tus tristes sentimientos, no dejes de ser quien eres, mi ida es sólo una prueba más de la vida, una prueba que tú deberás superar por tu propia cuenta, te escribo esta carta para que sepas que me fui en paz, que he vivido toda mi vida tal y como he querido vivirla, que no me arrepiento de nada de lo que hice, que jamás podría haber estado más satisfecha de mi vida y que te quiero y te amo y siempre te estaré esperando y recuerda que algún día, por muy lejano que este, podremos estar de nuevo juntos, para siempre…

Pequeña princesita:
Quisiera decirte que ya han pasado bastantes lunas desde tu viaje y todavía me destroza el alma… No hay día ni noche que no te recuerde, espero que me estés viendo, intento no acordarme de tu ausencia pero parece imposible, hay un vacío dentro de mí, un vacío que por momentos… parece quemarme, la vida se hace cada vez más llevadera pero… al caer la noche… recuerdo las tardes de fiesta en la calle, las noches lluviosas en las que nos cobijábamos bajo el techo de los portales ajenos y las regañinas de los porteros… recuerdo tus ojos y tu voz, el tacto de tus manos, el calor de tu cuerpo, también recuerdo tu olor y la suavidad de tu pelo, simplemente te recuerdo… y aunque sé que no te gustaría verme llorar, a veces es inevitable, pero aun así siempre que hablan de ti, que oigo tu nombre en el viento, siempre que te recuerdo mi cara luce la sonrisa más grande de los tiempos, parece increíble que incluso después de que te hayas ido me sigas haciendo feliz… siempre te querré mi pequeña princesa y esperaré ansioso nuestro rencuentro y con él nuestro eterno y último vals.

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